Desapasionadamente tuyo

Relatos cortos, discusiones conmigo mismo, opiniones varias... y todo lo que quepa en unas pocas líneas y que demuestre que no estoy muy bien de la cabeza...

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viernes, mayo 11, 2007

Tecnodoñas

Eso de que la sabiduría se adquiere con los años es mentira. La sabiduría es patrimonio exclusivo de las señoras que hay en una sala de espera. No sé si es el aburrimiento el que provoca que sus neuronas se rebelen y creen nuevas conexiones a un ritmo endiablado. El asunto es que, repentinamente, una mujer con un traje de flores, zapatos en fuera de juego y oro como para refundar el Egipto de los Faraones se lanza con un análisis detallado de la técnica del oleo que decora la pared. Entiendo que sepa de pintura: lo que lleva en la cara no sé bien si es acrílica o pintura plástica, pero es evidente que se ha dado varias capas antes de salir de su casa. Pero, ya ves tú, la mujer, impasible, desglosa las características de las pinceladas del pintor cual crítica de arte. Entonces se produce el famosísimo efecto llamada: el resto de señoras de la sala resultan tener también un excelente ojo crítico para el arte. Vale, lo de la primera señora cuela, pero ¿el resto? ¿Es algún tipo de virus? ¡Pues qué raro! Porque a mí no me ha afectado: sigo viendo dos loros de mierda pintados con colores chillones.

Y son únicamente las señoras. Sí, seamos realistas, los caballeros que se tienen que aguantar en una sala de espera no comenzarán una conversación por su propio pie (o lengua en este caso). Parece como si las señoras (llamémoslas "Doñas" de ahora en adelante, ya que la precisión en los nombres es fundamental) no tuvieran esa vergüenza inicial, y natural, que azota al resto de los mortales ante una sala llena de desconocidos. Cualquier ser humano buscará la forma de pasar el aburrimiento con la primera revista que encuentre o mirando a las insistentes moscas tratando de partir la ventana a cabezazos para huir de la sala. Sin embargo, una doña tiene un plan al llegar a una sala de espera. Primero utilizará su sistema de escáner avanzado para localizar otras doñas susceptibles de ser embarcadas en conversaciones interminables. Luego hablará del tiempo, el tema por excelencia. ¡Qué sería de una sala de espera sin hablar del tiempo! Además, el tiempo tiene la ventaja de que puede encaminarse hacia todos los terrenos cenagosos que se desee: ¿quieres hablar de alergias? Nombra el tiempo seco, cargado de polvo, o la excesiva humedad. ¿Te apetece una conversación sobre desgracias? Ahí tienes las últimas inundaciones o sequías. No hay conversación que no pueda ser revitalizada con un poco de isobaras, borrascas y anticiclones.

Pero aquí no acaba la cosa. Últimamente las doñas se están tecnificando. Lo normal, lo esperado, lo natural... es que una doña te eche una mirada de reprobación mientras dice cualquier frase del tipo: "en mis tiempos sí que los jóvenes eran responsables" o "pues para eso yo no iba al médico; un poco de ruda y...". Pues las cosas están cambiando. Hoy puedes encontrar a un grupo de doñas hablando perfectamente y con total "conocimiento de causa" de, por ejemplo, los teléfonos móviles. En este campo es donde las doñas pueden alcanzar la cima de sus perlitas de sabiduría. Valga como ejemplo esta conversación (verídica):

Doña A: Pues yo el móvil lo llevo siempre conmigo.

Doña B: Yo al salir de casa lo cojo siempre... ¡ya es como los zapatos!

Doña A: Sí, pero hay que saber usarlo. El otro día, una amiga mía me llamó con su móvil porque me dijo que le salía más barato, pero yo la oía fatal. Entonces le pregunto: "¡Muchacha! Pero, ¿tú le has cargado la batería al móvil?". Y me dice ella: "No". Pos normal que se le oyera más bajito... Eso sin batería - COMO TODO EL MUNDO SABE - se oye más bajo.

¿Quién quiere un manual de instrucciones teniendo una de estas "Tecnodoñas"? En fin... espero volver pronto a la sala de espera a ver si alguna me explica cómo configurar el router inalámbrico de casa.